Hemos escuchado muchas veces la frase típica de que en San Patricio todo el mundo es irlandés, lo cual es cierto, ya que ¿a quién no le gusta celebrar San Patricio?
También es cierto que todos somos muy irlandeses cuando es necesario atraer a la suerte, a la hora de una copiosa y deliciosa comida, y después… ¡¡cómo no!! Un Café Irlandés de los de verdad, de los de siempre, de los clásicos.
En Irlanda, si preguntas cuándo es el mejor momento para degustar un Irish Coffee, o café irlandés, te dirán que debes beber un café irlandés siempre que sientas esa necesidad de calor, de que algo te abrigue de pies a cabeza, cada vez que necesites, que desees que algo te calme, te tranquilice, después de una ardua semana, o un tedioso día.
Todo irlandés tiene un abuelo Peter que bebía un café irlandés cada noche de sábado, y ese abuelo vivió hasta los cien años con una salud de hierro. Así que el halo de misticismo de los poderes curativos del café irlandés sigue ahí.
Contenidos
Origen del Café Irlandés
¿Cuándo se creó el café irlandés? ¿De quién fue la idea? ¿En qué año?
El café irlandés se inventó un invierno, concretamente el de 1943. Joe Sheridan era el chef de la cafetería del aeropuerto Foynes Port, muy cerca de Limerick, en Irlanda.
Ese aeropuerto se había convertido, en poco tiempo y en aquella época, en uno de los aeropuertos más grandes de toda Europa, todo debido a la Segunda Guerra Civil, para luego convertirse en una base aérea desde la que salían muchísimos vuelos trasatlánticos, vuelos fletados para altos cargos políticos, estrellas de cine, grandes empresarios, etc…
Era un aeropuerto donde estos vuelos, terriblemente largos, paraban para sus repostajes, y por ello, el tráfico de personas era intenso y constante.
Irlanda no se caracteriza por un clima tropical, así que no era raro que, debido a las tormentas, nevadas y o fuertes vientos, los pasajeros de esos vuelos y su tripulación, se viesen obligados a hacer noche en el aeropuerto. Precisamente, esta fue la razón por la que se vio más que necesario, el abrir un restaurante en la base, para atender dignamente a esos pasajeros que debía pernoctar allí.
Ese invierno, el de 1943, una noche, un vuelo no pudo continuar su travesía y se vio obligado a volver a Limerick, era imposible que siguiese. Era tardísimo, hacía un frío horrible, y Joe Sheridan, chef de la cafetería del aeropuerto, sintió mucha pena por los pasajeros que estaban allí, viendo que su vuelo se retrasaría, con frío, sueño, cansados… No sabía qué podía hacer a esas horas para ayudarles a entrar en calor, no se le ocurría nada conocido así que decidió crear algo especial, algo caliente, para beber, un reconstituyente.
Así creó el Café Irlandés, y la historia dice, que todo el mundo se quedó mudo cuando probó esa deliciosa bebida, y el aeropuerto quedó en silencio.
El éxito explosivo del Café Irlandés
¿De dónde salió el nombre? De una conversación en tono de broma, que ha llegado a nuestros días en un resumen así:
– Oye amigo, ¿esto es café brasileño? – dijo uno de los pasajeros norteamericanos que pernoctaba la noche de autos en el aeropuerto
– No – le respondió Joe Sheridan – Esto es café irlandés.
El café irlandés se convirtió, de la noche a la mañana, en una bebida de gran éxito, popularidad y aceptación. Todo el mundo se acercaba al aeropuerto, volasen o no, para degustar esa bebida tan deliciosa.
Unos años después, en 1952, terminada la guerra, Stanton Delaplane, un famoso escritor de viajes, llevó el famoso café irlandés a los Estados Unidos. Joe Koeppler, propietario y director del hotel Buena Vista, en San francisco, amigo de Delaplane, le instó a que lo recrease. Quería probarlo, quería venderlo. Pero aquello no le salía bien, por más que lo intentaba.
Cuando lo intentó por enésima vez, y por enésima vez la crema continuaba hundiéndose en el café, la paciencia de Koeppler se acabó y decidió volar a Limerick, y preguntarle a Joe Sheridan cual era el secreto.
Joe se rio ante la insistencia de Koeppler, que le dijo: El secreto es nada, como un café brogue irlandés. Fuerte como azúcar en manos amistosas, dulce, como la lengua de un whisky rebelde, y suave, como el ingenio de la tierra.
Éste le contó cómo hacerlo, y ahora, el BV Hotel de San Francisco, es un referente del Café Irlandés. ¿Quién iba a decírselo a Joe Sheridan?
¿Qué necesitamos para un buen café Irlandés?
Antes de explicar la receta de este maravilloso brebaje, y sus ingredientes, hay que decidir ¿Qué cafeteras son las mejores para esta preparación?
Sin duda, la cafetera eléctrica, en cualquiera de sus modalidades, aunque la cafetera expreso seria nuestra elección primordial, y, por supuesto, la clásica Cafetera moka, son dos de las opciones más acertadas. Hacen un café negro, aromático, y lo suficientemente fuerte como para que nuestro café irlandés tenga el cuerpo necesario.
- Cafetera eléctrica pequeña: Apenas nadie la conoce pero es terriblemente práctica. Es pequeña y permite hace un café con la sola ayuda de un enchufe. Hay varios tipos, y son realmente prácticas en viajes de ocio.
- Cafetera moka eléctrica: La cafetera moka fue una auténtica revolución, la versión eléctrica no fue más que la reinvención de un clásico de fama y eficiencia. Para ello, simplemente, se ha cambiado la necesidad de un fogón, por una resistencia eléctrica en la base de la cafetera. Esta resistencia, calienta el agua que sube por el filtro, y en la parte superior de la cafetera, va saliendo el café. Es exactamente igual que una cafetera moka convencional, salvo que no necesitamos fuego. La ventaja es que manteniendo la cafetera en la resistencia, el café se mantiene caliente más tiempo
- Cafetera exprés eléctrica: Pueden tener molinillo de café o no, pero el funcionamiento es similar. El agua sube desde el depósito, pasa por unas resistencias que la calientan, y pasa a través del café, compactado en un cacito con dos salidas. Estas cafeteras producen un café cuya amargura depende de la cantidad del café que usemos en el cacito, y obtenemos un café cremoso y delicioso.
- Cafetera eléctrica de goteo: Es una cafetera con un filtro por el que pasa el agua, después de ser calentado por una resistencia, y después de atravesar todo el café del filtro, cae en la cafetera, generalmente de vidrio, que esta sobre una base con otra resistencia que mantiene el café caliente. Ya sabes, la típica de la oficina.
- Cafetera de capsulas: Limpias, cómodas, y con una variedad infinita de opciones. Su funcionamiento es tan simple como poner una de las capsulas en el habitáculo referido, darle a un botón, y el café, la bebida, o la infusión, sale con un funcionamiento como el de las demás: agua de un deposito pasa por una resistencia, que atraviesa la capsula con el café, o los polvos de cacao, leche, o infusión, y cae en la taza. Fácil y limpia.
- Las cafeteras italianas, o Moka: Se les puede llamar de mil formas, macchinetta, greca, bialetti… pero da igual cómo las llames, todo el mundo la reconocerá en cuanto la vean. Nació en los años 30 por Alfonso Bialetti y se popularizó en los 50, cuando se convirtió en la reina y señora de cada casa. Sigue proporcionándonos cafés fuertes, aromáticos, deliciosos. Creo que no hay ni una sola casa que no tenga o haya tenido una Moka. Es de los imprescindibles de todo buen amante del café. Desde su invención, el mecanismo no ha variado. La tecnología no la ha mejorado, ya era perfecta. Y aunque hay mokas de mil formas y colores, la reina, la más escogida, sigue siendo la más clásica, la de base hexagonal. Su funcionamiento es sencillo: Agua en una cámara inferior que actúa como depósito de agua, y que se pone al fuego. El agua asciende por el embudo portacafé, pasando a través de este, hasta depositarse en el depósito superior. Es, realmente, la cafetera más usada, y más representativa y hace el café tan fuerte y potente como tu desees, por eso se ajusta a nuestras necesidades.
La verdadera receta del Café Irlandés
Y llega la hora, la receta, los ingredientes, la preparación de un buen café irlandés.
Para la realización del café irlandés se utilizan los siguientes ingredientes:
- 40 ml de whisky irlandés.
- 80 ml de café caliente, negro, fuerte, de tostado oscuro.
- 30 ml de crema de leche o nata semi-montada.
- Dos terrones de azúcar moreno.
El café irlandés no se sirve en taza, se sirve en copa de balón. Y el primer paso es calentar la copa de cristal o vidrio con agua hirviendo. Esto hará que nuestro café se mantenga caliente más tiempo, y es un paso que muchos olvidan, pero es importante.
Con la copa ya caliente, añadimos los dos terrones de azúcar moreno, y sobre esta, el café negro recién hecho.
Seguidamente, añadiremos el whisky escocés, y se mezcla con el café removiéndolo suavemente.
Una vez se han mezclado, se añade la crema de leche o la nata semi montada. Para que no se hunda, este proceso debe hacerse lentamente, vertiendo la nata o la crema sobre una cuchara girada, para que no caiga directamente sobre el café y se quede flotando.
Hay algo de controversia en cuanto a la consistencia de la nata, pero los más clásicos en el arte del café, dicen que mejor que no esté metida en sifón, mejor que este batida a mano de forma ligera.
En muchos sitios se le añade, sobre la nata, canela o nuez moscada, para darle ese toque de sabor.
No olvidar que el café y el whisky son uno, se mezclan, no quedan en capas. Es la nata la que si queda diferenciada en la superficie de la copa.
Una de las variaciones, es flambear el whisky antes de añadir la nata.
Un consejo: Beber este café con cuidado, porque el calor que desprende, debido al alcohol, puede hacer quemaduras.
Otra versión de la receta del café irlandés
Hay una variación más, que incluye el licor Baileys, con una receta muy similar.
En esta ocasión, usaremos un vaso alto en lugar de una copa de balón, en el que añadiremos el café negro recién hecho, caliente, y sobre este, el licor deBaileys y, por supuesto, el whisky irlandés.
Seguidamente, lo removeremos todo hasta que quede homogéneo y añadiremos, o no, azúcar moreno para ajustar el punto de dulzor.
En este caso, además de añadir la nata batida, se agregarán virutas de chocolate sobre ella, más azúcar moreno, para darle ese toque decorativo a la nata. Queda precioso.
Ya solo nos queda beber nuestro café irlandés y recordar que podemos ser irlandeses más allá de San Patricio, podemos disfrutar de su suerte, y de sus leyendas… pero sobre todo, podremos deleitarnos, como el abuelo Peter, de un buen café irlandés.
¿Cómo te gusta más? ¿Clásico? ¿Con baileys? Da igual, el café es café, y nos encanta sea cual sea la receta. Pero, siendo justos, un café irlandés en una noche de tormenta, con frío, es un remedio delicioso que nos hará entrar en calor.
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