El café es un árbol o arbusto que procede del norte de Etiopía, en pleno cuerno de África, eso lo sabemos todos. Lo hemos leído en algún paquete de café, o, si me apuras, en uno de los sobres de azúcar que nos ponen en las cafeterías cuando pedimos una de las infinitas variedades de esta deliciosa bebida que tenemos disponibles.
Pero ¿Cómo se descubrió el café? ¿Cómo se llegó a la conclusión de que el café era comestible, y además, daba esa energía? Y de lo que os queremos hablar en este artículo: ¿Cuándo se comenzó el prospero negocio de las cafeterías?
Que el café ya se cultivaba en pleno medievo, siglo XV, es un hecho. Como decíamos antes, el café proviene de Etiopía, probablemente de la provincia de Kaffa, pero no hay nada seguro. Se sabe que allí, en los bosques que están a más de mil quinientos metros de altura, es donde este arbusto de café crece hasta alcanzar alturas más que considerables.
Existen muchísimos relatos, a cada cual más romántico o bonito, de cómo se descubrieron los atributos de la semilla del café. Son relatos imaginativos y, siendo objetivos, muy poco probables, pero son parte de la literatura sobre estos granos de café.
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¿Quién descubrió el café?
El relato sobre el descubrimiento del café más repetido es el de un pastor de Abisinia, un hombre llamado Kaldi, que tenía un rebaño de cabras. Cada día se daba cuenta de que sus animales comían pequeños frutos rojos de unos arbustos que estaban en la zona, y que, desde que lo comían, parecía que su comportamiento era más animado y enérgico.
Kaldi probó esos granos, con ciertas reticencias, pero comprobó que sus energías eran renovadas y se sentía más activo. Cogió unas hojas y un puñado de frutos rojos y los llevó a un monasterio.
Los monjes, sorprendidos por la petición de Kaldi, decidieron probarlo de dos maneras: Como fruta, y haciendo una especie de infusión con esos frutos. Descubrieron que el tedio y el sueño se desvanecían y empezaron a tomarlo asiduamente, sobre todo para evitar quedarse dormidos en los oficios nocturnos.
Otra de las historias sobre el café que más se manejan es que fueron los ancestros de los oromo, uno de los mayores grupos étnicos de Etiopía, los primeros en conocer los efectos energizantes del café. Ellos mezclaban los granos de café con grasa animal. Con esa masa, creaban unas bolitas que llevaban en sus expediciones.
El problema no es datar este uso del grano, sino datar o encontrar las pruebas que demuestren la ubicación real de los primeros cultivos de café. Su distribución nos hace pensar que el café crecía de forma silvestre, o un poco más tarde en tierras de cultivo deliberadas, pero a lo largo de todo el continente.
¿Cuándo empezó el consumo de café?
Sabemos que el uso del café, además del conocimiento acerca de sus cualidades, datan de antes del siglo XV, pero la elaboración de esta infusión ya es una evolución posterior, ya que se asume un descubrimiento tardío de las propiedades de las semillas de café, que en principio no eran para nada atractivas y, esto, pospuso la iniciativa de su uso.
De lo que si estamos seguros con total y absoluta certeza, es que fueron los esclavos a los que se transportaban a Sudán, Yemen y arabia a través de Moca, los que comían las cerezas del café. Como tampoco tenemos dudas de que el café era un cultivo habitual en Yemen mucho antes del siglo XV.
Después de mucha investigación se descubrió la primera fuente que hace una clara referencia al uso del café como bebida estimulante. Esta referencia la escribió Abd Al-Qadir al-Jaziri. Éste cuenta que el café había sido llevado desde Etiopía a Yemen hacia mediados del siglo XV. Allí, los sufíes, quienes, de forma muy resumida, podrían ser descritos como los practicantes del sufismo, también llamado misticismo islámico, usaban el café para no quedarse dormidos mientras oraban.
Después de eso se popularizó por Arabia, donde le llamaron qahwa, cuya traducción literal es “vigorizante”.
Moca, que ahora es más un sinónimo del café, más que alusivo a ese puerto, era la única ruta marina hacia la Meca. No podemos ignorar que La Meca era el lugar más poblado del mundo en esa época.
El problema es que la política de exportaciones de los árabes, prohibía expresamente la exportación de granos fértiles de café. Con eso lo que pretendían era que no se pudiese cultivar fuera de sus fronteras, y asegurar la exclusividad de su cultivo.
En Yemen, las autoridades animaban a todo el mundo a consumir café. Sus efectos, más que evidentes, eran considerados mucho más beneficiosos que los de del Kat. El kat no era más que unos arbustos con hojas que se mascaban, era estimulante y sus efectos más agresivos que los del café.
Las cafeterías
El consumo de café se popularizó sobre 1510, sobre todo en ciudades enormes como El Cairo y La Meca. Allí nacieron las primeras cafeterías, llamadas Kahwe Khane.
Éstas eran unos salones donde la gente iba, se reunía con amigos, conocidos, y dialogaban, debatían y se entretenían con una taza de café. Era común que jugasen al ajedrez, escuchasen música o, simplemente, conversaban, cantaban o cotilleaban.
Las cafeterías, eran unos locales decorados con todo lujo de detalles, y no había dos iguales. Los propietarios de las cafeterías imprimían su carácter al local y destacaban entre ellos. Fueron establecimientos que proliferaron exitosamente por todo el mundo árabe, convirtiéndose asimismo en locales sociales alrededor del café
Antes de los Kahwe Khane, antes del café, nunca habían existido locales sociales de este tipo, que fomentasen la vida social y las reuniones de negocios, creando un ambiente cómodo y distendido al que todo el mundo era bienvenido por el módico precio de un café.
Se había inventado uno de los negocios más prósperos de la historia. Las cafeterías.
¿El problema? Una vez que los Kahwe Khane empezaron a centralizar actividades relacionadas con la política y la religión, las actividades sociales y distendidas se fueron abandonando, lo que propicio el cierre de estas cafeterías.
Primeras cafeterías
Que los imanes ortodoxos y conservadores diesen mítines hablando acerca de los efectos estimulantes del café, asegurando que el Corán prohibía el café, tanto como el hachís, el vino, y que los Kahwe Khane eran lugares en los que la estabilidad política y social era vilipendiada y cuestionada, no ayudó en absoluto a que se mantuviesen abiertos.
Además, en 1511, Khair Bey, gobernador de La Meca, prohibió el consumo de café, obligó a que todas y cada una de las cafeterías fuesen cerradas ipso facto. Pero aún había alguien por encima del gobernador, y este era el Sultán de El Cairo, gran amante del café, quien alivió las restricciones impuestas por Khair Bey, promulgando que el consumo era legal en su ciudad, además de un producto comercial.
Como era de esperar, las ordenes de cierre, y los permisos de apertura, fueron alternándose en las siguientes décadas, pero una solución que gustó a unos más que a otros, hizo que permaneciesen abiertos: Los Kahwe Khane pagarían impuestos.
La verdad es que en 1630, El Cairo contaba con más de mil Kahwe Khane.
El café ya era considerado un estimulante de potencia considerable, y esta era la razón más discutida cuando fue introducido en el mundo árabe, suscitando debates y conversaciones a todos los niveles. Pero no podían frenar su consumo, o el simple entusiasmo de la población por esta bebida. De hecho, Turquía promulgó una ley en la que una mujer tenía toda la potestad de divorciarse de su marido, si éste no podía proporcionarle una cantidad mínima, negociada previa al matrimonio, de café diario.
Que en el siglo XV el café ya era habitual en Persia, Egipto, Africa septentrional y Turquía, es un hecho. Pero seguía siendo casi imposible cultivar este estimulante fuera de esas fronteras
Los holandeses, en 1616, fueron los primeros en conseguir que un coffea prosperase y naciese. Al quitarle las capas exteriores a una cereza del café, para acceder a las semillas, lo que son los granos de café, las semillas automáticamente, se quedan infértiles, y eso imposibilitaba el poder conseguir que los arbustos crecieran. Los holandeses lo consiguieron, y en sus invernaderos, lograron que prosperasen las plantas. Además, los holandeses ya cultivaban café en Malabar (La India), y en el siglo XVII, sobre 1699, exportaron a Batavia parte de sus cultivos. No tardaron más de cuatro años en convertirse en la principal fuente de suministro de café a Europa.
¿Entonces fueron los holandeses los primeros en traer el café a Europa? Pues no. Un año antes, los venecianos se adelantaron y trajeron a Europa el café.
Fue una época muy próspera para el mundo de las bebidas. Los españoles habíamos traído el chocolate de América en 1528, y se estaba popularizando muy rápidamente el delicioso chocolate caliente, y, simultáneamente, el té se bebió de forma regular desde 1610, año en que apareció para nosotros. Por eso, el café, cerró el círculo.
Las cafeterías en Europa
Volviendo al momento en que el café llegó a Europa, allá por el siglo XVII, el papa Clemente VIII debía decidir si prohibir el consumo de las semillas de café. Le decían que era adictivo, y que presentaba una amenaza por parte de los infieles, aconsejándole prohibir este grano. Intentaron por todos los medios convencer a su santidad de que el café era el mal, pero cuando Clemente VIII probó la bebida elaborada a partir de esas semillas, lo aprobó sin dilación. En su proclama a favor del café, manifestó que no podía permitir que solo los infieles tuviesen el placer de degustar esa deliciosa bebida, que sería una lástima.
No podemos obviar que, pese al edicto del papa, algunos sacerdotes católicos lo continuaban llamando invención de satanás. Seguían pensando igual que los imanes años antes, que era un sustituto del vino, lo cual era intolerable ya que Cristo había santificado el vino y cambiarlo por el café era un sacrilegio.
Los monjes, sin embargo, al igual que los monjes de Kaffa en su descubrimiento, y los Imanes posteriormente, recibieron el café como algo divino que les permitía no caer dormidos durante jornadas interminables. Aseguraban que, además, mantenían su espíritu limpio para encomendarlo a Dios.
Antes de que el café llegase a Europa, ya se conocía su existencia. En 1582, un médico alemán llamado Leonhard Wauwolf se convirtió en el primer occidental en describir la bebida de café , la cual había conocido por sus viajes durante más de diez años por Oriente Medio. En sus escritos habla de una bebida negra como la tinta, útil contra numerosos males, sobre todo, estomacales. Leonhard hablaba de que la bebida era agua mezclada con unos frutos recolectados del bunnu.
No fue tan reprobado como el tabaco, pero el café se ganó la reprobación de sectores protestantes que, en 1611, algunos de los mayores terratenientes alemanes, pensaron y ejecutaron un plan global para prohibir la comercialización del café. Consiguieron que sus medidas se mantuviesen durante más de 100 años en el norte y este de Alemania.
Fue Federico II de Prusia quien liberó al café de esa condena al ostracismo que, además, tenía consecuencias para quien violaba esa ley. Eso sí, sometió al cultivo y su consumo a grandes tasas de impuestos y el malestar con el café siguió en boga, hasta bien entrado el siglo XIX.
En Europa no teníamos, todavía, Kahwe Khane ni nada similar, así que el café se vendía en puestos de limonada y se le adjuntaba cualidades medicinales. Además, en el sur y la parte más occidental del continente el café tuvo una mayor aceptación y tolerancia. En 1650, como hablábamos anteriormente, era una bebida importada y muy consumida en Oxford. De hecho, fue en 1652 cuando abrió la primera cafería en Londres.
No hubo cafeterías, similares a los Kahwe Khane, hasta 1683, y fue en la ciudad de Venecia, en la popular Plaza de San Marcos, donde abrió sus puertas en 1720 el Caffé Florian. Cafetería de culto que sigue abierta a día de hoy. Y en Londres, en 1688 nació la aseguradora Lloyd’s, una de las mayores aseguradoras mundiales. Esa sede empezó a funcionar como un establecimiento de venta de café, algo que aprovechaban para hacer en sus locales las listas de pasajeros y de navíos que habían asegurado.
También en Europa, las cafeterías prosperaron y se convirtieron ya no solo en un lugar social, sino que fueron quienes proporcionaron lo necesario para el nacimiento de las ideas liberales. ¿Por qué? En las cafeterías era muy frecuente encontrar a filósofos y letrados que, además, promocionaban sus tertulias con panfletos avisando de sitio, fecha y hora.
Una vez más, alrededor del café, nació una agitación social que obligó al fiscal de Carlos II de Inglaterra a cerrar todos los establecimientos dedicados a la venta y comercialización de esta bebida. El cierre no duró demasiado, ya que no fue del agrado de demasiados, que iniciaron una revuelta en reacción al edicto, y este fue revocado al poco tiempo.
Las cafeterías modernas
A comienzos del siglo XVIII, en Londres ya se contaban con más de dos mil cafeterías, las cuales alimentaban las ideas nuevas, liberales o no, de los libre pensadores que, queriendo o sin querer, modificaron las costumbres y perspectivas que regían en el Reino Unido hasta la fecha.
La primera cafetería de París fue el Café Procope, en 1686. Fueron allí donde crearon el café como lo conocemos ahora mismo: agua caliente o hirviendo a través de un filtro con café molido.
A mediados del siglo XVIII todas las ciudades de Europa tenían cafeterías. Bach compuso su Cantata del Café, en una de ellas. De hecho, una de sus escenas describe como una chica le pide a su padre que, si ha de ser castigada, le pida cualquier cosa, o le imponga cualquier cosa, excepto quitarle el café. Incluso le dice que, de casarse, su marido deberá permitirle beber todo el café que quiera.
Rusia fue otra cosa. Allí prohibieron el café de forma categórica y poco discutible, ya que las penas por su consumo eran de tortura, mutilación o muerte. Es más, la policía zarista atribuía al café todos los casos de crisis nerviosa.
Madrid fue la pionera de las cafeterías en España. En 1764 abrió La Fonda de San Sebastián, en la calle Atocha. Ahí nació la cultura del café en España, coronando a Cádiz, con 23 cafeterías en 1802, como la ciudad de las ideas liberales.
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, España reunía a sus intelectuales en cafés de Madrid, Salamanca, Barcelona… Locales míticos como el Café Gijón, abierto en Madrid en 1888, el Café Novelty, abierto en 1905 en la ciudad de Salamanca, o el Café de fornos, también en la capital, abierto en 1907.
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